Tendría unos 6 años cuando vi por primera vez a la Roma antigua, en un diccionario Sopena, de mi padre. Desde entonces, he tenido la sensación de haber estado en la época romana.
09 junio 2011
02 junio 2011
EL VIOLÍN ENSANGRENTADO
Ocho cellos, 10 contrabajos, casi 30 violines, un arpa, instrumentos de viento, cuatro percusionistas y un director en la vorágine de la Quinta Sinfonía de Mahler.
Escuchando cuerdas y timbales, M se recordó dos semanas atrás. Al finalizar aquel concierto se internó en el pasillo para hablar con Ofelia, llevando el violín.
Los músicos intercambiaban animadas impresiones; M escuchó risas, recibió alguna palmada en la espalda y asintió a preguntas, sin saber qué le decían.
Llegó al camerino. Sin llamar a la puerta, abrió.
M lo sospechaba, pero verlo es distinto. Como si lo descubriera, experimentó el dolor de una puñalada en el corazón: Ofelia –la de rizos oscuros, la de miradas brillantes, su novia- y Sebastián, otro violinista, se besaban, de pie.
Después de la primera impresión, M se sintió lúcido, con los sentidos afinados.
Sorprendidos, voltearon a verlo. Ofelia con algo de pena; Sebastián, entre molesto y contrariado.
Eso fue hacía dos semanas, y ahora, M se levantó en la mitad del concierto, en medio del furor de las cuerdas, del estallido de los tambores, de las partituras que se deshojaban ante la furia de los sonidos.
Con el violín en una mano, M llevó la otra al interior del saco.
El Director lo miró, sobresaltado.
Durante todo el concierto, M lo llevó dentro del saco. Estiró el brazo en medio de los músicos -algunos lo vieron, deteniéndose, otros no y siguieron interpretando-, y accionó el revólver.
El primer disparo fue un desafinar en las cuerdas y lanzó a Sebastián contra el suelo, entintándolo de sangre; el segundo disparo fue el choque de címbalos que dio a Ofelia en una mano reventando su violín. Los siguientes fueron tañidos, los bemoles sostenidos de los gritos del público.
Yendo a Sebastián parsimoniosamente, M le apuntó y disparó una vez más, dos, tres, cuatro. Fin de la obra.
Ofelia, desesperada, se lanzó con las uñas, sobre M, pero éste la tomó por un brazo y la lanzó con furia sobre el cuerpo ensangrentado de Sebastián. Ofelia, sin fuerzas, no pudo hacer más que llorar y abrazar al caído.
Oyendo los gritos de Ofelia, M destrozó las manos de ella con disparos en golpe metálico de timbales, igual al los movimientos del concierto: 5 –allegro– 6 –rondó allegro–, 7 –vivace–, 8 –largo–... M perdió la cuenta, hasta el revólver chasqueó, vacío.
-Continúen –susurró M-. Sigan tocando su partitura.
Lanzó el violín al suelo y lo pisoteó. Ofelia había perdido el conocimiento.
Lo siguiente fue que M se sintió zarandeado por varias manos, apresado en medio de gritos sin orden.
Llevado por el pasillo entre los músicos, que le gritaban o se apartaban del paso, lo condujeron afuera entre personas del público que habían salido corriendo... parejas o familias se abrazaban en los pasillos, sollozando, incrédulas. M pasó a las manos de los policías del teatro, que le colocaron las muñecas a la espalda y doblándolas, lo llevaron a la calle.
El vehículo de la policía aguardaba en la acera. El fresco de la calle proporcionó alivio a M.
¿Si no es mía, no será de nadie?, se preguntó M. ¿Esa había sido la motivación?
Internamente satisfecho, M esbozó una sonrisa cansina. No, era algo diferente.
Era que ahora todos estaremos en la misma orquesta, interpretando la misma sinfonía muda y doliente.
Con las manos y el corazón destrozados, también Ofelia había interpretado su último concierto.
Escuchando cuerdas y timbales, M se recordó dos semanas atrás. Al finalizar aquel concierto se internó en el pasillo para hablar con Ofelia, llevando el violín.
Los músicos intercambiaban animadas impresiones; M escuchó risas, recibió alguna palmada en la espalda y asintió a preguntas, sin saber qué le decían.
Llegó al camerino. Sin llamar a la puerta, abrió.
M lo sospechaba, pero verlo es distinto. Como si lo descubriera, experimentó el dolor de una puñalada en el corazón: Ofelia –la de rizos oscuros, la de miradas brillantes, su novia- y Sebastián, otro violinista, se besaban, de pie.
Después de la primera impresión, M se sintió lúcido, con los sentidos afinados.
Sorprendidos, voltearon a verlo. Ofelia con algo de pena; Sebastián, entre molesto y contrariado.
Eso fue hacía dos semanas, y ahora, M se levantó en la mitad del concierto, en medio del furor de las cuerdas, del estallido de los tambores, de las partituras que se deshojaban ante la furia de los sonidos.
Con el violín en una mano, M llevó la otra al interior del saco.
El Director lo miró, sobresaltado.
Durante todo el concierto, M lo llevó dentro del saco. Estiró el brazo en medio de los músicos -algunos lo vieron, deteniéndose, otros no y siguieron interpretando-, y accionó el revólver.
El primer disparo fue un desafinar en las cuerdas y lanzó a Sebastián contra el suelo, entintándolo de sangre; el segundo disparo fue el choque de címbalos que dio a Ofelia en una mano reventando su violín. Los siguientes fueron tañidos, los bemoles sostenidos de los gritos del público.
Yendo a Sebastián parsimoniosamente, M le apuntó y disparó una vez más, dos, tres, cuatro. Fin de la obra.
Ofelia, desesperada, se lanzó con las uñas, sobre M, pero éste la tomó por un brazo y la lanzó con furia sobre el cuerpo ensangrentado de Sebastián. Ofelia, sin fuerzas, no pudo hacer más que llorar y abrazar al caído.
Oyendo los gritos de Ofelia, M destrozó las manos de ella con disparos en golpe metálico de timbales, igual al los movimientos del concierto: 5 –allegro– 6 –rondó allegro–, 7 –vivace–, 8 –largo–... M perdió la cuenta, hasta el revólver chasqueó, vacío.
-Continúen –susurró M-. Sigan tocando su partitura.
Lanzó el violín al suelo y lo pisoteó. Ofelia había perdido el conocimiento.
Lo siguiente fue que M se sintió zarandeado por varias manos, apresado en medio de gritos sin orden.
Llevado por el pasillo entre los músicos, que le gritaban o se apartaban del paso, lo condujeron afuera entre personas del público que habían salido corriendo... parejas o familias se abrazaban en los pasillos, sollozando, incrédulas. M pasó a las manos de los policías del teatro, que le colocaron las muñecas a la espalda y doblándolas, lo llevaron a la calle.
El vehículo de la policía aguardaba en la acera. El fresco de la calle proporcionó alivio a M.
¿Si no es mía, no será de nadie?, se preguntó M. ¿Esa había sido la motivación?
Internamente satisfecho, M esbozó una sonrisa cansina. No, era algo diferente.
Era que ahora todos estaremos en la misma orquesta, interpretando la misma sinfonía muda y doliente.
Con las manos y el corazón destrozados, también Ofelia había interpretado su último concierto.
30 mayo 2011
SÓLO
Esta pasión me destruirá. Arderé en holocausto frente a tu indiferencia y dolor soterrado. Me consumiré en llamas, que se reflejarán en tus ojos, heridos por el pasado. Mis cenizas serán el único tributo que aceptarás. Sólo mi muerte te conmoverá, pues será un grito en el idioma que conoces. Y cuando me sientas perdido, ¡entenderás que yo te amaba y será demasiado tarde, como hoy lo quieres!
26 mayo 2011
PARTICIPACION EN "RADIOSOFANDO"
"La vocación", fue el tema del programa radial por Internet de Vicky Carrasco, donde fui invitado. Esta es la primera parte del programa. Agradezco a Vicky y a Pedro.
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10 mayo 2011
CARTEL DE LA PRESENTACIÓN DE MI NOVELA
Lunes 23 de mayo de 2011, 13:00 h, Auditorio de la Biblioteca Nacional de Ciencia y Tecnología "Ing. Víctor Bravo Ahuja". Av. Instituto Politécnico Nacional s/n esq. Wilfrido Massieu, Unidad Profesional "Adolfo López Mateos" Col. San Pedro Zacatenco, CP 07738, México, D.F.
02 mayo 2011
ESTUVE EN RADIO POR INTERNET
Fui invitado al programa “Radiosofando”, de Vicky Carrasco, en la estación radial de la Central de Abasto, el pasado sábado 30 de abril. Mi participación se oye clicando en la pantalla de arriba.
Me han invitado de nuevo para el 21 de mayo, a las 14:00 h tiempo de México. La direccion donde se escuchará es:
http://www.ficeda.com.mx/radio/
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29 abril 2011
PESTE, TIFO, INFLUENZA Y OTRAS AMENAZAS DESDE LA ANTIGÜEDAD HASTA HOY
Escribí una serie fascicular como parte del trabajo y el laboratorio PROBIOMED decidió hacerla libro, que saldrá con mi nombre, para su distribución entre la comunidad médica. Esto del crédito ha sido iniciativa de mi jefe, aprobada por el cliente. El laboratorio no se limita a la mercadotecnia y apoya la cultura en medicina.
28 abril 2011
LA BELLEZA EN TODAS LAS COSAS
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Laurie Ann Haus, que fue vocalista para el grupo Autumn Tears, incluyó en su página el slideshow que hice para su canción The Beauty In All Things. El líder del grupo, Ted Tringo, ¡me escribió a Youtube para agradecerme el apoyo! Fue una grata experiencia, sobre todo porque no había pensado más que en ilustrar una bella canción.
Muestra de la página. Video, abajo. Se encuentra en mi canal Linterna Mágica.
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19 abril 2011
MIS PALABRAS DE AMOR
Mis palabras de amor no son mías: te pertenecen.
Mis palabras de amor no nacen de mí: nacen de ti.
Yo no podría admirar las estrellas reflejadas en los lagos, ni escuchar los cánticos del céfiro, ni aspirar el perfume de las risas, si tú no fueras esos astros y esas canciones y ese dulce aroma.
Mis palabras de amor son nubes en el cielo de tu voz.
Mis palabras de amor son las caricias que en tu rostro, dan forma a mis manos.
Yo no quiero, ni puedo arrepentirme de eso, ni deseo cambiarlo, ni podría, y si pudiera cambiarlo, no querría.
¿Qué otros cometas puedo desear que tus cabellos? ¿Qué otro firmamento puedo desear, que el de tu ser? Yo no te cambiaría por nadie.
Si digo que eres la fuente de mis dichas, si digo que al verte encuentro mi destino, es porque contigo soy dueño de las sonrisas y de los mapas, porque contigo soy el viento, porque mi lira no podría dar otra música de vida, que la tuya.
Mis palabras de amor, son tú.
Mis palabras de amor no nacen de mí: nacen de ti.
Yo no podría admirar las estrellas reflejadas en los lagos, ni escuchar los cánticos del céfiro, ni aspirar el perfume de las risas, si tú no fueras esos astros y esas canciones y ese dulce aroma.
Mis palabras de amor son nubes en el cielo de tu voz.
Mis palabras de amor son las caricias que en tu rostro, dan forma a mis manos.
Yo no quiero, ni puedo arrepentirme de eso, ni deseo cambiarlo, ni podría, y si pudiera cambiarlo, no querría.
¿Qué otros cometas puedo desear que tus cabellos? ¿Qué otro firmamento puedo desear, que el de tu ser? Yo no te cambiaría por nadie.
Si digo que eres la fuente de mis dichas, si digo que al verte encuentro mi destino, es porque contigo soy dueño de las sonrisas y de los mapas, porque contigo soy el viento, porque mi lira no podría dar otra música de vida, que la tuya.
Mis palabras de amor, son tú.
11 abril 2011
MALTRATOS POR VUESTRA AUSENCIA
Yo, ya no pienso… pues llamáis maltrato al canto de mi alma lejana de vos. Me ignorais, y al reclamaros mi pena por vuestra ausencia, decís que… ¡os maltrato...!
¿Es maltrato decir que os añoro? ¿Os maltratan mis deseos? ¿Mi amor es un agravio? Entonces preparáos, porque no tengo para Vos sino agravios y mortificaciones, mil y una, a todas horas, pues si mi amor es odio, entonces os odio de todo corazón; si mi pasión os ofende, entonces llenáos de indigación y maldecidme.
Odiadme, pues si no he de ser Sol en vuestro cielo, entonces relámpago, todo en una hoguera cuyas llamas sean mi confesión, y el humo de mi carne herida, los besos que no os di.
Por ello, no pido al Cielo que el maltrato de recibir amor -angustia enorme que sufrís por mi causa-, sea igual condena para mí... no, ruego la mínima justicia de que sepáis lo amargo de esta noche, beber hiel por no tener una señal, ni un mensaje, ni una palabra. Como en otras noches, saber que me habéis olvidado.
¡Angustiáos, amada amía, que por esta ausencia, os castigaré pensando en Vos!
¿Es maltrato decir que os añoro? ¿Os maltratan mis deseos? ¿Mi amor es un agravio? Entonces preparáos, porque no tengo para Vos sino agravios y mortificaciones, mil y una, a todas horas, pues si mi amor es odio, entonces os odio de todo corazón; si mi pasión os ofende, entonces llenáos de indigación y maldecidme.
Odiadme, pues si no he de ser Sol en vuestro cielo, entonces relámpago, todo en una hoguera cuyas llamas sean mi confesión, y el humo de mi carne herida, los besos que no os di.
Por ello, no pido al Cielo que el maltrato de recibir amor -angustia enorme que sufrís por mi causa-, sea igual condena para mí... no, ruego la mínima justicia de que sepáis lo amargo de esta noche, beber hiel por no tener una señal, ni un mensaje, ni una palabra. Como en otras noches, saber que me habéis olvidado.
¡Angustiáos, amada amía, que por esta ausencia, os castigaré pensando en Vos!
NO ME PIDAS QUE TE OLVIDE
Pídeme la plata de la Luna. Pídeme que capture las estrellas, para que con sus perlas te hagas un collar. Pídeme que dibuje los mapas de tu voz. Pídeme que invente un lenguaje, para cantarte con justicia...
Yo, un bucanero de los Siete Mares, te he recordado en las tormentas y en los puertos, he preguntado por ti a la Rosa de los Vientos, he olido tu perfume en el aire de la Mar... Nada, ni el acero, ni la seda, ni las coplas de las sirenas borraron tus besos de mi alma. Y bajo la negra bandera de mi buque, en las esmeraldas y los ayes, he guardado un arcón sólo mío, y su tesoro eres tú.
Una vez me pediste que te olvidara... de tus deseos, era el único que siempre fui incapaz de cumplir. Por eso, amada mía de cabellos rizados como las olas, pídeme que navegue en tu nombre al Fin del Mundo, pídeme que incendie los océanos, pídeme todo, pídeme el cielo... ¡pero no me pidas que te olvide!
Yo, un bucanero de los Siete Mares, te he recordado en las tormentas y en los puertos, he preguntado por ti a la Rosa de los Vientos, he olido tu perfume en el aire de la Mar... Nada, ni el acero, ni la seda, ni las coplas de las sirenas borraron tus besos de mi alma. Y bajo la negra bandera de mi buque, en las esmeraldas y los ayes, he guardado un arcón sólo mío, y su tesoro eres tú.
Una vez me pediste que te olvidara... de tus deseos, era el único que siempre fui incapaz de cumplir. Por eso, amada mía de cabellos rizados como las olas, pídeme que navegue en tu nombre al Fin del Mundo, pídeme que incendie los océanos, pídeme todo, pídeme el cielo... ¡pero no me pidas que te olvide!
DESPERDICIASTE
¿Olvidarte, y aguardar por ti? ¿Me pides hechos tan opuestos? Pero, ¿qué más puedo hacer yo, si no es lo que tú quieras? Un día te despides; al otro, me prometes regresar. Y con tal de estar contigo me he sometido a los vaivenes de tu necesidad, a cualquier salto en el mar de tus emociones; te ha dado el silencio que me pides, las noches de pasión que me exiges, me he guardado los besos bajo la Luna, vivido de tu recuerdo y abierto los brazos cuando reapareces.
Ser la marioneta de tu capricho, de tus dudas, de tu temor. Dinamitar las barreras de tu miedo, y después encontrado que huiste por este reino de soledad, de montañas de palacios prometidos.
Está bien, si eso deseas de mí, eso he de ser. Todo, nada, amante, extraño, rey, forajido. Mas no tengas la certeza de que, cuando termines tu travesía, habrás de hallarme como me dejaste. No te asombres de que no hables ya mi idioma, de que yo no reconozca el idioma de tus besos, de que ya no te ame, ni te desee. No te extrañes, pues te he amado en silencio y en verbos, con todo y con nada. No te extrañes de que al final te haya olvidado, pues la única razón, ¡es que has desperdiciado el paraíso!
13 mayo 2010
PESE A TODO
Plata, yo no tengo un Oro que valga para ti. Y aun así, aunque nuestra noche de bodas tenga por lecho a la soledad, aunque nuestro brindis sea en la copa de los adioses y el vino nupcial esté tocado por un dejo amargo, aun así, a pesar de todos los nuncas, a pesar de las palabras que me debes, a pesar de los perdones que todavía yo he de darte, a pesar de que por el cielo has de explicarme por qué me has olvidado, a pesar de que perdón has de pedirme por la noche en que te fuiste, por no haberme querido retener tú tienes conmigo las deudas de nuestra pasión, y me las debes en el mismo castillo donde nos amamos, y habrás de reponerme uno a uno cada segundo de tu ausencia, pese a mis lágrimas, a mi ira, a mis preguntas, en ese castillo pese a todo yo te espero, vida mía, ¡yo te espero para que me des todo aquello que me debes...!
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