¿Olvidarte, y aguardar por ti? ¿Me pides hechos tan opuestos? Pero, ¿qué más puedo hacer yo, si no es lo que tú quieras? Un día te despides; al otro, me prometes regresar. Y con tal de estar contigo me he sometido a los vaivenes de tu necesidad, a cualquier salto en el mar de tus emociones; te ha dado el silencio que me pides, las noches de pasión que me exiges, me he guardado los besos bajo la Luna, vivido de tu recuerdo y abierto los brazos cuando reapareces.
Ser la marioneta de tu capricho, de tus dudas, de tu temor. Dinamitar las barreras de tu miedo, y después encontrado que huiste por este reino de soledad, de montañas de palacios prometidos.
Está bien, si eso deseas de mí, eso he de ser. Todo, nada, amante, extraño, rey, forajido. Mas no tengas la certeza de que, cuando termines tu travesía, habrás de hallarme como me dejaste. No te asombres de que no hables ya mi idioma, de que yo no reconozca el idioma de tus besos, de que ya no te ame, ni te desee. No te extrañes, pues te he amado en silencio y en verbos, con todo y con nada. No te extrañes de que al final te haya olvidado, pues la única razón, ¡es que has desperdiciado el paraíso!
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